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La muerte de John McCain, un francotirador entre los senadores republicanos, deja a los legisladores de su partido sin sucesor a la vista para oponerse al presidente Donald Trump.

El expiloto de guerra nunca dudó, durante los más de 30 años que pasó en el Senado, en atravesar la línea que separa a republicanos de demócratas en varios temas cruciales, como la inmigración o la salud.

"Mal informado", "impulsivo": John McCain se permitía utilizar términos como estos para juzgar las maneras de Donald Trump.

No era el único senador republicano que se oponía al presidente en temas como el comercio o las relaciones con el presidente ruso Vladimir Putin, o que mostraba su irritación por el carácter del mandatario, pero varias de esas voces rebeldes ya anunciaron que no intentarán la reelección en el cargo en las legislativas de noviembre.

Es el caso de Jeff Flake, senador por Arizona, al igual que John McCain, y de Bob Corker, que en 2017 llegaron a acusar a Trump de representar un "peligro" para la democracia.

"Tal vez no hay lugar para un republicano como yo" en el partido actual, afirmó Flake al anunciar que no será candidato el 6 de noviembre, día en que se renovará un tercio del Senado (35 escaños) y la totalidad de la Cámara de Representantes (435).

En la noche del lunes Flake rindió un homenaje particularmente sentido a John McCain en el hemiciclo.

"En fuerte contraste con lo que se hace pasar por nuestras políticas, (John McCain) continúa orientando lo que somos y lo que podemos ser", declaró. "Por su memoria debemos al menos intentar parecernos a él un poco más".

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¿"Más admirado por los demócratas?"

La transformación del Grand Old Party en "el partido de Trump" parece consolidarse tras las desaparición de McCain, fallecido el sábado tras un año de lucha contra un cáncer cerebral.

El actual presidente conserva una fuerte popularidad en la base partidaria, y pocos son los que se atreven a enfrentarlo en vísperas de una elección parlamentaria en la que los republicanos ponen en juego la mayoría que ostentan tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.

El sucesor de McCain será designado por el gobernador de Arizona, Doug Ducey, que también arriesga su cargo en noviembre.

Ducey se halla ante un difícil dilema. Una de sus opciones sería elegir a la viuda del fallecido legislador, Cindy McCain, que "probablemente está más a la izquierda que su esposo", según Kyle Kondik, experto en política estadounidense de la Universidad de Virginia.

Si designara, en cambio, a un sucesor demasiado a la derecha, éste podría enfrentar fuertes dificultades para ser reelecto cuando su escaño se ponga en juego, en 2020.

"McCain se había convertido, hacia el fin de su vida, en un personaje que dividía profundamente a los republicanos, y puede ser que a nivel nacional haya sido más admirado por los demócratas a causa de sus críticas al presidente y las críticas que el presidente le había formulado", afirmó Kondik el martes en rueda de prensa.

McCain "votaba para hacer avanzar la democracia", escribió a su vez el jefe del Partido Demócrata, Tom Perez.

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Sin relevo a la vista

Los senadores republicanos no parecen demasiado apresurados en tomar la posta anticonformista de McCain.

Toda las miradas apuntaron rápidamente a Susan Collins, una senadora que acompañó a McCain en su decisión de no apoyar la abrogación del Obamacare, la reforma de la salud aprobada en tiempos del demócrata Barack Obama y tan denostada por Donald Trump.

"Tal vez el deceso de John alentará a la gente a trabajar junta", dijo Collins la noche del lunes, pero no pareció dispuesta a asumir la herencia díscola de McCain.

"Yo no me atrevería ni siquiera a comenzar a compararme con John McCain. Su fuerza y su resistencia eran extraordinarias", afirmó.

El jefe de la bancada demócrata en la cámara alta, Chuck Schumer, inició el martes, junto a Jeff Flake, una recolección de firmas para designar con el nombre de McCain uno de los edificios del Senado.

John McCain será inhumado el domingo, tras una gran ceremonia que tendrá lugar el sábado.